top of page

BAJO LAS SOMBRAS DEL MISTERIO El hombre que no existe ya

Autor: Julio César Calero

Dibujo: Mardez



Tal vez no me van a creer esto que les voy a contar, muchos dirán que es mentira, otros que estoy loco quizás, pero no importa, yo os lo voy a contar, es algo que me ha sucedido esta mañana al despertar.

Comenzaré, para darles una mejor ilustración con la noche de ayer.

Ayer, por la noche, como todas las anteriores, después de dar un ligero paseo por la ciudad, como tengo costumbre hacer, a pesar de que estaba cayendo una llovizna algo fuerte, regresé a mi casa sintiéndome un poco mal pero no le di importancia.

Llegué a mi hogar, entré, subí a mi cuarto, me sequé y me cambié la ropa que algo se había mojado pese a que utilicé un paraguas en mi caminata, luego bajé a conversar con mi madre, estuve un rato con ella, le di las buenas noches y retorné a mi habitación para acostarme a dormir.

Como el malestar me acosaba algo más fuerte que antes, decidí tomar alguna medicina para la tos y pensé en arroparme bien, con doble colcha

Así lo hice, tomé un trago de un remedio que supuestamente me quitaría la tos que me había acompañado en mi caminata y luego me acosté.

Tal vez estaréis aburridos de leer estas cosas, quizás insulsas, pero es que yo considero necesario escribirlas para que ustedes tengan una mejor idea de mi situación y me ayuden a resolverla por favor.

Aquí, en esta parte, comienza lo que yo considero que es la más interesante de mi historia.

Cuando me acosté, caí en un profundo sopor, pero no podía dormir ya que el malestar me impedía conciliar el sueño. Después de dar vueltas y vueltas en la cama, arrojando a un lado las colchas porque sentía mucho calor e incluso estaba sudando con profusión, por fin pude dormir.

Mientras dormía, me he visto morir. ¡Sí! Me he visto morir, he visto a mi alma abandonar mi cuerpo y dirigirse hacia lo alto y salir de mi habitación.

He visto a mi cuerpo ponerse frío, rígido, perder su color y adquirir una palidez mortal.

He visto a mi madre ponerse a llorar, me he visto amortajado y conducido en hombros de mis amigos hacia una tumba recién abierta, los he visto ponerme en una bóveda de las tantas que hay en el cementerio. He visto a los asistentes al funeral despedirse con oraciones y abandonar el cementerio.

No sé por qué habré soñado estas cosas que no son para nada agradables. Es la primera vez que esto me sucede, creo que a esta clase de sueños se los denomina pesadillas, y eso fue para mí, una pesadilla, de la que, gracias a Dios, por fin pude despertar.

Pero, es al despertar donde comienza mi tragedia, si así es que se la puede llamar.

Cuando desperté, como todas las mañanas, realicé las acciones que en mí se han convertido en rutina. Me bañé, me vestí y cuando me fui a peinar hubo algo que me extrañó sobremanera, me paré frente al espejo y con gran sorpresa para mí, en el espejo no se reflejaba mi imagen.

Creí que todavía estaba soñando, pero no era así, el espejo reflejaba las imágenes de las cosas que me rodeaban pero no la mía. ¡Qué cosa tan extraña! Nunca antes me había sucedió al similar.

Pero, yo estaba decidido a investigar qué era lo que pasaba y para esto llamé a mi madre para ver si la imagen de ella tampoco se reflejaba en el espejo.

La llamé varias veces, pero no me respondió, pensé que quizás todavía dormía y no la quise despertar, así que traté de no darle mayor importancia al asunto y ya que no podía verme en el espejo para peinarme, decidí asentarme, como podía, el cabello con un cepillo.

Cuando ya estuve listo bajé al comedor y vi que ahí ya estaba mi madre, ella estaba tomando su desayuno. La saludé y no me contestó, me acerqué y le di un beso en la frente pero no lo notó. ¿Qué pasa con mi madre que no me ve ni me siente?

Le hablé pidiéndole mi desayuno pero no me hizo caso, antes bien, en cuanto terminó el suyo, se levantó y se fue para el lavadero de la cocina, yo la seguí insistiendo en mi pedido, pero tampoco me hizo caso, así que, sintiéndome bastante molesto por la situación, decidí irme al trabajo sin desayunar.

Salí dando un portazo, no sé si mi madre lo habrá escuchado.

Al ir caminando por la calle saludaba a las personas que me encontraba pero estas no me respondían, antes bien, parecía que no me escuchaban y que no me veían.

Como estaba tan preocupado por lo sucedido en la casa y lo que ahora estaba ocurriendo, no me fijé al cruzar una calle y se me echó encima un camión a gran velocidad, yo me di cuenta en el último momento y quise hacer algo para evitar ser aplastado, pero ya no hubo tiempo, y antes bien, con mi reacción por hacer algo, lo que conseguí fue quedar bajo las ruedas del carro, el cual pasó raudo sobre mi cuerpo sin causarme el menor daño ni dolor físico. ¿…?

Todos estos sucesos me han perturbado y me han puesto a meditar.

En estos momentos estoy sentado en un banco del parque de la ciudad al que solía acudir cada domingo, aunque hoy es martes, pero es que estoy confundido y quiero poner en claro mis ideas.

Estoy meditando y no puedo comprender la situación ni encontrar la solución.

¿O es que el mundo está revuelto y todos se han vuelto locos o yo lo estoy? No encuentro la respuesta a esta situación, por eso es que os he escrito estas pocas líneas para pedirles que me ayuden por favor…


bottom of page