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Historias y reflexiones 1

Aborto Fatal

Autor: Julio César Calero Garcés



Dos mujeres jóvenes, una de estatura mediana y con signos de embarazo que empiezan a notarse en su vientre, y la otra de figura menuda, rostro agradable y edad ligeramente mayor a la primera, desembarcan de un taxi frente a una casa de dos pisos, en cuya pesada puerta de ingreso se aprecia un letrero que dice: Dr. N. Marcos, ginecólogo.

Mientras caminan nerviosamente hacia la casa, Lupe, la muchacha embarazada, saca un papel en su cartera, lo lee y dirigiéndose a su amiga Celia, le dice:

- Aquí es la casa del médico que me recomendó Fernando, ayer lo llamé para que me ayudara a resolver mi problema antes de que se enteren mis padres y me citó para hoy.

- Fernando debería estar aquí, por su culpa es que estás pasando estos apuros.

- No pudo acompañarme, tenía un examen en la universidad.

- Sabrá Dios si eso es verdad, a mi se me hace que no quiso acompañarte y punto. Tú eres una muchacha de apenas 18 años y no deberías afrontar sola este problema, ¿Qué hubieras hecho si yo no te acompañaba?

- No hables así, Fernando ha estado pendiente de todo desde que le dije que estaba embarazada, es mas, averiguó quien podía atenderme y me dio el dinero para lo que venimos a hacer.

- ¡Gran cosa! Aquí debería estar él afrontando la situación. ¡Que fácil es decir toma el dinero y ve a que te saquen el muchacho!

- Por favor Celia...

- ¿Y cómo cuando fue de hacer el muchacho ahí no le importaron los exámenes? ¿Cuántas veces habrá faltado a la universidad por llevarte a un motel?

- Por favor no sigas,... mejor tocaré el timbre.

Las mujeres se detienen frente a la vieja puerta de madera de dos hojas y Lupe toca el timbre, luego de unos instantes se escuchan unos fuertes pasos del otro lado a la vez que un hombre indica con su voz: “Ya voy”….

- Dígame......

- Busco al doctor Marcos.

- ¿Tiene cita?

- Sí, ayer lo llamé por teléfono y quedamos de acuerdo en que me atendería a esta hora.

- ¿Cuál es su nombre?

- Solamente dígale que la señora Lupe está aquí.

- Un momento.

El hombre que se aleja mientras las dos mujeres esperan junto a la puerta. Pasados unos minutos, el hombre regresa y abre la puerta invitándolas a pasar.

- Pasen por favor. Síganme, el doctor las recibirá.

Las jóvenes siguen a su interlocutor, quien al llegar a la sala de espera les indica:

- Esperen por favor, que enseguida viene el doctor.

Mientras el hombre se aleja, las mujeres se acomodan y conversan entre ellas.

- Me parece un error lo que estás haciendo.

- No me queda otra salida, mi padre me mataría y mi madre moriría de vergüenza si llegaran a enterarse que estoy embarazada.

- Yo creo que lo mejor sería que se lo dijeras.

- Para ti es muy fácil dar el consejo porque no estás en mi problema, además, ya conoces lo furioso que es mi padre, me botaría de la casa después de darme una paliza.

- ¿Quizás tu madre podría ayudarte?

- Ella solo hace lo que dice mi padre pues le tiene un miedo terrible, el único que se le enfrenta es mi hermano mayor.

- Entonces recurre a él, todavía estás a tiempo.

- Está fuera de la ciudad por su trabajo y no regresará hasta después de cuatro semanas, ya para entonces sería muy peligroso hacerme el aborto.

- Un aborto siempre es peligroso y un crimen contra los mandamientos de Dios.

- Ya no puedo esperar más, estoy llegando a mi tercer mes de gestación.

- Pero Fernando debería asumir su responsabilidad y formalizar la relación que tiene contigo, bien sabe que él es el padre, así podrías tener a la criatura.

- El no niega la paternidad, pero en estos momentos no puede mantener un hogar, es apenas un estudiante universitario que vive bajo el techo de sus padres y ni siquiera tiene trabajo.

- Bien se que es un vago y que con el cuento de que va a la universidad hace que sus padres lo mantengan todavía.

Entretenidas en su diálogo, Celia y Lupe no se percatan de la presencia del doctor.

- Buenas tardes.

- Buenas tardes, doctor.

Luego de los saludos de rigor y de algunas palabras preliminares, Marcos, un profesional de contextura robusta y canas en su cabello, invita a Lupe a pasar al privado del consultorio mientras indica a Celia que espere.

Una vez a solas Marcos le pregunta.

- ¿Trajo el dinero?

- Sí doctor, tome.

- 20, 40, 60… 150 dólares.

- Fue lo que acordamos ayer por teléfono.

- Está correcto. ¿Se siente bien?

- Estoy algo nerviosa.

- Es natural pero no hay de que preocuparse, esto será cosa de unos pocos minutos y luego usted se irá a su casa como si nada hubiera pasado. Espéreme un momento por favor.

Marcos sale del privado consultorio y se dirige a una habitación lateral.

- Enfermera, ¿está todo listo?

- Sí, doctor, anestesia, mascarilla, instrumentos…

- Bien. Haga entrar a la paciente y la prepara para el trabajo que vamos a hacer.

Marcos se dirige a otra habitación mientras la enfermera llega junto a Lupe y le solicita que ingresa al cuarto donde se va a ejecutar el aborto.

- Por favor quítese la ropa, póngase esta bata, y se acomoda en ese sillón.

Lupe hace lo dicho la enfermera mientras ésta alista los materiales necesarios que va a utilizar el doctor; poco después ingresa el médico.

- Bueno, mi niña, vamos a salir pronto de esta situación. ¡Enfermera, páseme los guantes y la mascarilla!

Mientras el médico se arregla para realizar el aborto, Lupe, con los ojos cerrados, reza mentalmente y pide perdón a Dios por el crimen que va a cometer contra la vida de su hijo. A su mente acuden las palabras del Padre Nuestro, las que repite una y otra vez: ”Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. “Dios mío, perdóname por lo que estoy haciendo”.

Al rezar, la muchacha siente un ligero temblor en las piernas mientras hilillos de sudor bajan de su frente hasta la comisura de los labios, dejándole en la boca un sabor amargo y triste.

- No se preocupe, esto será cuestión de pocos minutos. Antes de proceder déjeme realizar una pequeña inspección para ver si todo está normal.

Efectivamente, Marcos examina la cavidad vaginal de la muchacha, le palpa el vientre y le toma la presión y el pulso, una vez satisfecho pregunta a su ayudante.

- ¿Le puso el sedante?

- Sí, hace unos minutos, ya debe estar haciéndole efecto.

- Bien, páseme la jeringuilla grande de succión y tenga listo el recipiente.

Tras comprobar que la paciente está sedada Marcos inicia su trabajo, realizándolo de manera metódica y prolija mientras tararea una canción.

- Bien, muy bien, todo marcha perfectamente.

Mientras el médico succiona el feto por partes, Lupe siente que se le desgarran las entrañas y el alma. La pequeña figura que sale pedazo a pedazo de su útero es su primer hijo, el fruto de su amor con Fernando y no había sido capaz de conservarlo por temor a su padre y al qué dirá de la gente. Que estúpida había sido!, pero ya era tarde, … ya no se podía hacer nada.

En el recipiente que sostiene la enfermera caen los pedazos del feto que impasiblemente el médico succiona.

- Bien, bien, parece que ya salido casi todo, solamente falta extraer unos residuos de la pared del útero y habremos terminado......

El doctor continúa realizando su trabajo aunque con cierta dificultad.

- Vaya, vaya, parece que los residuos están muy pegados, voy a tener que succionar con fuerza.

- Tenga cuidado doctor, no se le vaya a ir la mano.

- No te preocupes, yo tengo mucha experiencia en esto.

El médico introduce la jeringuilla con la cánula en la vagina de Lupe y hace una succión fuerte, rompiendo una pared del útero, lo que provoca inmediatamente una gran hemorragia.

- ¡Ayyy!

- ¡No!, ¡no puede ser! Enfermera, rápido, déme gasas y trapos para absorber la sangre.

Mientras gotas de sudor se agolpan en la frente de Marcos, éste trata desesperadamente de contener la sangre que mana del interior del cuerpo de Lupe. Sus manos y sus ropas se tiñen de rojo.

- Será mejor llevarla a una clínica, doctor.

- No, no, esto lo controlo yo.

Con la jeringuilla de succión Marcos absorbe frenéticamente la sangre del interior del cuerpo de Lupe y la vacía en el recipiente que contiene los restos del feto.

- Rápido, otro recipiente.

Mientras médico y enfermera tratan desesperadamente de resolver la situación, la vida de Lupe empieza a escaparse debido a la pérdida de sangre. Su piel se va poniendo pálida y sus manos se enfrían paulatinamente. Lupe siente que algo dentro de su cuerpo se le va, es la vida que se le escapa, es su alma presta a partir al encuentro con el Creador.

Después de luchar algunos minutos contra la incontenible hemorragia, Marcos se da por vencido.

Mientras Lupe muere, a la distancia se escucha la canción “Cuando agosto era 21” del cantante chileno Fernando Ubiergo.

- Ya no podemos hacer nada, la muchacha ha muerto.

- Y ahora, ¿qué hacemos doctor?

- Llamaré a la amiga y le diré que no resistió el aborto, que esto ocurre muchas veces, que la muchacha sufrió un paro cardíaco o que era alérgica a alguno de los medicamentos que le inyectamos. Después, para evitar cualquier contratiempo con los familiares nos iremos del consultorio y ya veremos cuando lo vuelvo a abrir.

- Pero antes la limpiaré para que no la vea así.

- Correcto, yo me encargaré de explicarle la situación a la amiga.

El médico se dirige hasta el escritorio de su consultorio, se sienta y de un cajón extrae una botella de whisky, se sirve un trago y lo bebe mientras trata de aclarar sus pensamientos y encontrar las palabras para comunicar la mala noticia.

La enfermera termina su labor y se lo indica a Marcos.

- Todo está listo, doctor.

- Bien, hablaré con la amiga.

Marcos busca en su mente las palabras más convincentes para explicar a Celia la tragedia de su amiga mientras el cuerpo sin vida de Lupe permanece recostado en el sillón. En el rostro de la muchacha se dibuja un rictus de dolor y de sufrimiento que parecen reflejar la agonía sufrida durante los últimos momentos que tuvo de vida.



REFLEXIÓN

Que triste final para una joven que miraba esperanzada su futuro pero que por una entrega de amor quedó embarazada y sin tener la confianza en sus padres para decirles la verdad y pedirles ayuda y ni siquiera tener el apoyo del novio para enfrentar la situación, se vio abocada a tomar una decisión que le resultó fatal.

Casos como este se dan a diario en el mundo, jóvenes engañadas por sus enamorados, quienes con falsas promesas las convencen para que entreguen su cuerpo a la pasión y al sexo sin medir las consecuencias y que, cuando surge la situación del embarazo, quedan abandonadas cobardemente por quienes las sedujeron, luego de satisfacer sus instintos carnales.

Para evitar situaciones como estas los padres de las jóvenes, especialmente las madres, deben oportunamente aconsejarlas y advertirlas para que eviten este tipo de situaciones y si por desobediencia, descuido o cualquier otra razón las jóvenes se entregan al placer carnal, cuando se presenten los embarazos, en lugar de apostrofarlas, humillarlas y hasta echarlas de la casa, lo mejor es armarse de paciencia y de benevolencia para enfrentar la situación, tenderles una mano amiga y ver conjuntamente qué es lo que se deberá hacer.

Los padres también deben armarse de paciencia y evitar caer en los gritos, los señalamientos y severos castigos por lo que consideren una grave falta cometida por sus hijas, deben recordar que los frutos de esas relaciones amorosas son niños que no tienen la culpa de haber sido concebidos.

Cuántas familias existen en las que unas jóvenes se equivocaron y resultaron embarazadas, pero que supieron llevar adelante su situación y recurrieron y tuvieron la ayuda de sus padres para criar a su hijo o hija.

Todos debemos recordar que Dios es quien da la vida y que solamente él es quien la quita, no tomemos esta decisión en nuestras manos.

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