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Historias y reflexiones 2

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Autor: Julio César Calero Garcés



Mientras se prueba un vestido, doña Piedad le comenta a su costurera, la señora Rosa, las incidencias diarias que ocurren en el barrio y que ella las observa desde su ventana.

PIEDAD Imagínese que la vecina del frente engaña al marido con un joven que mete a la casa muy temprano en la mañana, casi apenas el marido se va a trabajar.

ROSA ¿De verdad?! ¿Doña Pura engaña al señor Roberto?

PIEDAD Yo misma he visto como ella le abre la puerta y lo hace pasar.

ROSA ¡No puedo creerlo! Ella es una señora muy respetable y que ya tiene sus años como para andar en esas cosas!

PIEDAD No se olvide que gato viejo prefiere ratón tierno.

ROSA Puede ser, pero me es difícil de creerlo. Yo la conozco en el barrio desde hace muchos años y me consta que desde que se jubiló en el conservatorio no sale ya de casa como lo hacía antes.

PIEDAD ¡Eso!, no sale, pero en cambio mete al muchacho cuando se va el marido… Y es verdad, tal vez yo no la conozco mucho porque tengo poco tiempo viviendo en este barrio, pero siempre me ha parecido una mosquita muerta que se valía de la música y la cultura para darse sus escapaditas de casa.

Mientras continúan con su diálogo, suena el timbre de la puerta.

ROSA Ya voy, ya voy.. .....Doña Pura, ¿como esta usted?

PURA Bien, Rosita.

ROSA Pase, pase doña Pura. Le presento a la señora Piedad, una vecina del barrio que también me trae sus costuras.

PURA Mucho gusto señora Piedad, es un placer conocerla.

PIEDAD ¡Que tal!

ROSITA ¿Cómo así viene usted a mi casa? Hace mucho tiempo que no me visitaba.

PURA Es que se me caía la cara de vergüenza, usted sabe que le quedé debiendo parte del pago del vestido que me hizo para la boda de mi prima..

ROSITA Por eso no debía preocuparse.

PURA Sí me preocupo. Como la jubilación que cobro es tan baja y como a los empleados del Ministerio de Salud, donde trabaja mi marido, no les pagan puntualmente, el dinero no nos alcanzaba y hasta hoy recién he podido reunir la cantidad que me faltaba de pagarle....

ROSITA Usted sabe la estimación que le tengo, no era de que se preocupara por tan pequeña cosa, hubiera venido nomás; usted siempre es bien recibida en mi casa.

PURA Gracias Rosita, es muy amable. Le decía que no había podido reunir el dinero para el pago del vestido, pero ahora, gracias a Dios, estoy dando clases particulares de piano a un jovencito que tiene mucho talento y que además me paga cumplidamente...

PIEDAD ¿Un jovencito alto y buen mozo que siempre llega temprano en la mañana?

PURA Ese mismo, ¿lo ha visto?

PIEDAD La verdad es que ni me había fijado, pero si creo haberlo visto una o dos veces.

PURA Es un chico bien educado, de familia pudiente y tiene un alma y manos de artista, que con el tiempo, estoy muy segura llegará a ser un gran pianista.

ROSITA Vio doña Piedad cómo era la cosa y usted que ya andaba pensando quién sabe qué.



REFLEXIÓN


Situaciones como esta se dan a diario en nuestras vidas, personas que se dejan engañar por las apariencias y emiten comentarios nocivos para la honra de sus semejantes, sin detenerse a pensar en el daño que ocasionan.

¿Qué hubiera ocurrido si el comentario de Piedad llega a oídos del esposo de doña Pura?, seguramente que hubiera dado origen a celos, desconfianza y disgustos entre esta señora y su esposo, y por qué no pensarlo, quizás hasta la separación de la pareja, además, la gente del barrio habría mirado con malos ojos a la señora.

No debemos olvidar que es muy fácil destruir la honra ajena pero muy difícil, casi imposible, el poder repararla.

Cuando la honra de una persona es destruida, el decir perdón, lo siento, me equivoqué, muchas veces no es suficiente, pues ese comentario perverso o esas palabras dichas a través de un chisme barato, ya fueron escuchadas por muchas personas que se quedarán con lo primero que escucharon y que, o cerrarán sus oídos a la verdadera versión de la situación, o tal vez nunca tendrán la oportunidad de escuchar la verdad, por lo que la persona afectada quedará con su buen nombre destruido y su honra manchada para siempre.

Hay que ser cautos al evaluar las situaciones que vemos o las palabras que escuchamos, pues si nos dejamos llevar por las primeras impresiones tomadas a la ligera, o damos paso y nos convertimos en correos de chismes inventados por otras personas, estaremos contribuyendo a destruir la honra ajena y estoy seguro que a ninguno de nosotros nos gustaría que nos hicieran lo mismo, por eso, no hagamos a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros.


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